(A la crisis que no cesa).
Ambicionábamos rancio abolengo
y dinero amasar y tener.
Ansiosos, ingentes cantidades de heráldicos
libros escrutábamos,
¡nuestra estirpe buscábamos!.
Sin recato sembramos la plata en tugurios y mercados.
¡Pobres pacientes alcancías!
A toda costa, enriquecernos anhelábamos.
¡Oh el poder!, ¡oh el dinero!
¡Consumamos!
¡Malgastemos compañeros!
¡Viva la ilusión!, ¡viva la vida, que sueño es!
Pero…nuestros gloriosos días,
cual atroz tormenta que desgarra el plácido estío,
la rotunda realidad rompió.
Súbitamente, la majestad y la inmensa riqueza,
por ficticia se esfumó.
El bastón de mando en muleta mutó
y se disipó el tesoro con sumo decoro.
Un grito gritó un alma sabia que de crisis sabía,
y gritó:
“¡Crisis!”.
Y tañían los cerebros en el craneal campanario…
… crisis, crisis, crisis…
“¿Crisis?” inquirían las alocadas pupilas desde la caverna
que sin ensayo sobre ceguera repetían,
“¡crisis!, crisis, crisis”.
¡Crisis!, todos gritábamos ¡crisis!
Y el pincel de Munch su Grito nos pintó
en nuestras espantadas caras.
Mientras, la sombra de Saramago apareció
gritando: “¡os lo advertí!”
y desapareció recitando a Alberti.
Como pobres parias todos despertamos,
menos los ilusionistas.
Parias, ahora todos parias
con nuestra humilde humildad, excluidos,
excepto los ilusionistas.
Éstos, ¿inventarán un venidero truco? Seguro.
¿Nadie osará desentrañarlo? Seguro.
¿Aplaudiremos su pérfida magia,
y sus cantos de sirena entonaremos? Seguro.
¿Vuelve a reiterarse la Historia?
No, repetimos los errores nosotros.
Hermanos, necesitamos una catarsis.
Prometeo, ¿dónde estás Prometeo?
(Poema del poemario SINGLADURAS. NOV 2016)
Y el pincel de Munch su Grito nos pintó.(c) Antonio Portillo Casado