DULCE DAÑO

Hablando ayer con un colega mientras tomábamos unas cañas, noté cierta inquietud en sus gestos. No sé. Como una desazón amarga. Conversamos sobre temas de actualidad y de poesía. Su nariz me preguntaba

insistentemente sobre mi modesta agenda literaria -por los bolos, dijo sonriendo irónicamente-. Algunas cosas le comenté al respecto. De repente vi cómo le aumentaba el tamaño de los capilares de la cara. Quedé asombrado cuando de repente calló. Algo parecido a un trueno se barruntaba. Así fue, súbitamente su boca erupcionó como el Etna y dijo a modo de insulto: ¡¡Odiseo!! Encajé la ofensa y me enfadé, claro. Se marchó contento pero con ojos de cabra.

Pobrecito, no sabe el dulce daño que me hizo.

Firmado: Odiseo de Tosiria (Antonio Portillo Casado).

DULCE DAÑO2(c) Antonio Portillo Casado

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s