Varios nudillos golpearon la puerta con un ímpetu frenético. Abrió los ojos y encontró caras con el pánico ancestral de las tribus. Tranquila, llamó a su pareja con un silbo de color naranja que llegó a su destino como un ligero beso.
—Están enloquecidos. Sufren la dependencia del dinero. No tienen qué consumir ya y erosionan las uñas por la calle.
—Lo hablamos hace tiempo. Revolución hoy es, —como dijo Julio Anguita aquella mañana en el salón del Ateneo de Madrid—, ser austero, ser ciudadanos consecuentes con la naturaleza y los seres humanos. Estos pobres diablos, revolotean, chillan. No quieren libertad sino servidumbres.
— ¿Les ayudamos, te parece bien?
—Estupendo, son parte del mundo.
—Pasad, ahí tenéis té con valeriana y anís, y unas pastas de miel. Sentaos donde queráis el suelo es vuestro —bueno, de todos, cuando muramos nos daremos cuenta—.
—También tenemos aros y pulseras de piel a un euro y os alegraré este instante singular con un Imagine digno.
Confundidos por la quietud irresponsable de esos dos locos ante la crisis, algunos reflexionaron, volvieron a la vida. Otros escupían con la rabia del marsupial con bolsa hambrienta.
– ¿Os apetece un cigarrito de éstos? Son artesanales, los hacemos nosotros.
SON_ARTESANALES_LOS_HACEMOS_NOSOTROS(c) Antonio Portillo Casado
(Relato publicado por la revista Raíz y Rama – Noches Estivales, Editorial Sial Pigmalión 2021)

