(A Vincent Van Gogh y su pintura La Noche Estrellada)
Cierra esta pintura… cierra
esta ventana sin sus puertas y postigos,
que la noche estrellada contemplamos
con sus trémulas doce estrellas,
con sus cercos de ámbar maquilladas,
que como alfileres en nuestro interior sentimos.
Ciérrala…
O mejor, ábrela, ábrela sin miedo,
que de sus azulados cabellos la dama misteriosa,
sus hilos finos de grafito nos revele.
Abre esta ventana, ábrela, igual que a la vida
abrimos nuestros ojos al primitivo grito
angustiado de nuestro amanecer primero.
Ábrela y miremos esta diosa misteriosa
de azulado cabello que con sus bucles
ahora la vida maneja.
¿Ves sus rizos que cruzan el cielo
atravesando la vida que ahora descansa?
¿Ves su azulado y a veces oscuro pelo de luciérnagas
y celestes margaritas encendidas, decorado?
Abre tu mirada a esta noche y a tu alma.
¿Ves esos nocturnos campos meditando en azur
con su misterio que rezuman incógnitas?
¿Ves el quieto camino sin pisadas,
bajo los índigos árboles,
que serpea entre expectantes y añiles lomas?
¿Ves en esas cuasi azuladas moradas
de ojos apagados, la alzada mano
que tocar el cielo anhela?
¿Ves a Vincent como una llamarada verde
alumbrando estos azules sin ser comprendido?
¿Lo ves? ¿Luna, tú lo ves?
Sobrevuela su espíritu expresivo
entre estos hilos de penumbra,
que la reina de las sombras
con sus encendidos adornos,
en mostrarnos se empeña impertérrita.
(Poema del poemario SINGLADURAS. NOV 2016)
La Noche Estrellada(c) Antonio Portillo Casado
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