¡Maldice a la vida!

(A Francisco de Quevedo)

 

Deja de vilipendiar a la muerte,

hace su trabajo con gran oficio,

no descansa y no saca beneficio

al abrir la puerta para acogerte.

 

Aunque en un rincón quisiera esconderte,

la Inexistencia no le deja un quicio

para dar a tu ser un armisticio

que no sea hacia el mundo de lo inerte.

 

Toma ella lo que la luz abandona,

mocedad y vejez, plata e indigencia,

y veloz a la nada se lo dona.

 

¡Maldice a la Vida!, que en su insolencia,

desecha el tesoro que te emociona,

juventud o serena inteligencia.

 

¡MALDICE A LA VIDA!(c) Antonio Portillo Casado

(Del poemario LUZ DONDE LA HERRUMBRE)

 

 

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